Empezó a llevarse a cabo en Estados Unidos, pero actualmente este día se ha extendido a prácticamente todo el mundo. Celebrado el primer viernes después de Acción de Gracias, el por todos conocido Black Friday, o viernes negro traducido al español, es el día en el que se inaugura la temporada de compras con significativas rebajas en miles de tiendas.
El éxito de dicho ritual consumista ha subido como la espuma. Las jugosas rebajas de los establecimientos junto al ansia de compra de cara a las navidades ha sido el caldo de cultivo perfecto para que el Black Friday haya ganado adeptos en todos los países. Es un negocio redondo, aunque no para el medio ambiente.
El lado oscuro de la fiesta del consumismo
El insostenible ritmo de consumo, aumentado a cifras estratosféricas en una fecha como esta, está teniendo graves consecuencias en el medioambiente: destrucción de hábitats, como bosques y océanos; elevada cantidad de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero; elevada generación de residuos procedentes tanto de sus embalaje como de los productos que se desechan tras un corto uso, terminando en vertederos o en incineradoras y contaminando aire, agua y suelo.
Estamos produciendo y consumiendo por encima de los límites planetarios. “Si no lo necesitas, no lo compres”.